Hace años, cuando laboraba en una empresa transnacional cuyos clientes y proveedores estaban desparramados por todo el mundo, el problema de los husos horarios me tenía al filo de la navaja, ya que en ocasiones debía trabajar como loca para poder enviar un archivo y recibir cambios en menos de dos horas por aquello de que cuando yo estaba entrando a la oficina del otro lado ya iban de salida. Así que cuando llegaba el momento de los cambios de horario a verano-invierno la cosa resultaba aún más estresante, hasta que en México se empezó a adoptar como oficial el cambio de horario. Entonces las cosas comenzaron a emparejarse, salvo por el problema de que en unas ciudades de un mismo país se atrasaba el reloj una hora o dos, o se adelantaba, y aquello era un desbarajuste mayor. Para colmo de males, por complacer a algunos disconformes que no le veían sentido al cambio de horario, la entrada del horario de verano se aplazó por una o dos semanas con respecto al resto del mundo, con lo cual el asunto llegaba a hacérseme más complicado. Pero me resultaba muy comprensible a nivel económico y laboral el porqué de la adaptación a los horarios internacionales.
Ahora bien, a nivel corporal la realidad era -es- otra. El amanecer con una hora menos de sueño, acostarse a la hora habitual y sentirse vapuleado. Problemas con el estómago y el apetito, que por mucho que el reloj de la pared diga que aún no es hora de comer los intestinos se están devorando unos a otros. Dolores de cabeza constantes, mal humor, desorientación, el fastidio de que de un día para otro debes salir de la oficina en plena noche... Toda una monserga que había que aguantar justificada por los beneficios laborales. Pero ahora que no trabajo me pregunto ¿Porqué debo seguir esta tiranía y aguantar el malestar físico de un cambio horario que no me beneficia en nada? Y peor aún ¿A qué hora movieron en el cable mis programas? :P
El café. Parte central de mi vida, compañero en las buenas y las malas, siempre presente en los momentos de reflexión. ¿Qué puede haber más satisfactorio que dejar naufragar los pensamientos en una deliciosa y aromática taza de café?
martes, octubre 27, 2009
jueves, octubre 15, 2009
From Hell, Alan Moore y Edie Campbell
¿Quién no ha oído hablar de los crímenes de Whitechappel y el famosísimo Jack el destripador? ¿A quién no se le ha removido el gusanito del morbo acerca de tan siniestro personaje? Más de un siglo ha pasado desde que los terribles sucesos tuvieron lugar, y la macabra historia aún sigue capturando la mórbida imaginación del público alrededor del mundo.
Libros, documentales, películas, relatos, panfletos, revistas, programas de radio, comics... Las producciones y teorías son infinitas. Incluso la CF ha puesto su granito de arena en las dunas de la especulación, baste buscar en Visiones Peligrosas.
Ante tan prolífica producción, uno se pregunta ¿Vale la pena otra historia más? ¿Vale la pena seguir rizando el rizo con una nueva teoría? ¿O se va a continuar el círculo vicioso de una de tantas historias fantásticas de las cuales casi nadie sabe de dónde vinieron? Pues bien, estas y otras preguntas se hizo Alan Moore, actualmente más conocido por ser el autor de Watchmen, quien se dió a la tarea de investigar a fondo lo que él mismo denomina Ripperology o, lo que es lo mismo, Destripadorlogía.
La tarea no fue fácil, especialmente cuando se tienen casi 100 años de producción para revisar; desde documentos originales hasta diarios falsificados. Y, sin embargo, el autor se atrevió a empantanarse a fondo en la documentación para dar a luz un texto extremadamente denso que no se contenta con centrarse en los crímenes, sino que nos expone al ambiente general del Londres de finales del siglo XIX, con sus maravillas y sus miserias. Un texto que fue cruda y maravillosamente ilustrado por la pluma de Eddie Campbell. Un trabajo final de cientos de páginas, textos espesos y brillantes, lenguaje anticuado y cientos de referencias oscuras que requieren apéndices aparte para explicar de dónde viene cada personaje o situación mencionada. Y en el centro de todo, la decisión de hacerse con la teoría del médico real, aderezada con salpicaduras de muchas otras teorías aparecidas a lo largo del tiempo.
Los masones, el hombre elefante, la Reina Victoria, Buffalo Bill... todos tienen un lugar en esta obra de arte que trata, más que sobre la monstrusidad del infame homicida, sobre la monstruosidad del ser humano. Un tocho altamente recomendable que exige mucho tiempo y dedicación para una lectura adecuada.
From Hell
Alan Moore y Eddie Campbell
572 pags
10 x 7.6 x 1.4 pulgadas
Libros, documentales, películas, relatos, panfletos, revistas, programas de radio, comics... Las producciones y teorías son infinitas. Incluso la CF ha puesto su granito de arena en las dunas de la especulación, baste buscar en Visiones Peligrosas.
Ante tan prolífica producción, uno se pregunta ¿Vale la pena otra historia más? ¿Vale la pena seguir rizando el rizo con una nueva teoría? ¿O se va a continuar el círculo vicioso de una de tantas historias fantásticas de las cuales casi nadie sabe de dónde vinieron? Pues bien, estas y otras preguntas se hizo Alan Moore, actualmente más conocido por ser el autor de Watchmen, quien se dió a la tarea de investigar a fondo lo que él mismo denomina Ripperology o, lo que es lo mismo, Destripadorlogía.
La tarea no fue fácil, especialmente cuando se tienen casi 100 años de producción para revisar; desde documentos originales hasta diarios falsificados. Y, sin embargo, el autor se atrevió a empantanarse a fondo en la documentación para dar a luz un texto extremadamente denso que no se contenta con centrarse en los crímenes, sino que nos expone al ambiente general del Londres de finales del siglo XIX, con sus maravillas y sus miserias. Un texto que fue cruda y maravillosamente ilustrado por la pluma de Eddie Campbell. Un trabajo final de cientos de páginas, textos espesos y brillantes, lenguaje anticuado y cientos de referencias oscuras que requieren apéndices aparte para explicar de dónde viene cada personaje o situación mencionada. Y en el centro de todo, la decisión de hacerse con la teoría del médico real, aderezada con salpicaduras de muchas otras teorías aparecidas a lo largo del tiempo.
Los masones, el hombre elefante, la Reina Victoria, Buffalo Bill... todos tienen un lugar en esta obra de arte que trata, más que sobre la monstrusidad del infame homicida, sobre la monstruosidad del ser humano. Un tocho altamente recomendable que exige mucho tiempo y dedicación para una lectura adecuada.
From Hell
Alan Moore y Eddie Campbell
572 pags
10 x 7.6 x 1.4 pulgadas
martes, octubre 06, 2009
Alicia, en SU país de las maravillas.
En la literatura clásica hay montones de personajes entrañables, de esos que se hacen un espacio definitivo en la mente y corazón de los lectores por diferentes razones. En el caso del personaje de Lewis Carroll, ese sacerdote anglicano, matemático, fotógrafo y escritor británico cuyo verdadero nombre era Charles Lutwidge Dodgson, y quien fuera acusado de paidofilia por su afición a fotografiar pequeñas niñas en vestimentas exóticas -tal fue el caso de Alice Liddell, a quien escribió los estupendos relatos de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo-. Todo mundo conocemos la versión de Disney, que fusiona ambas historias y ha sentado las bases de cómo se debería ver el personaje.
Pues bien, lo genial de los arquetipos es la posibilidad que dan a los creadores de jugar con la idea base y de ahí despegar en diferentes direcciones. Tal es el caso de la siguiente canción, que además cuenta con imágenes de diferentes largometrajes realizados a lo largo del siglo 20.
Alicia
Alicia llego a su cuarto, (apagó la luz),
Se fue por el espejo, se esfumó.
Alicia tiró la llave por la ventana
Alicia no está en su cuarto, (desapareció),
La vimos desde aquí se fue feliz,
Alicia viajó al país de las maravillas
A su vestido le cambio el color
Se fue agrandando,
Se convirtió en un paracaídas.
Bajó al país de las maravillas;
Alicia sola,
En un lugar de fantasías
Sola.. en un lugar de fantasías, (ah ah Alicia).
Alicia color de rosa, (se desvaneció):
El tiempo la envolvio y no existió.
Alicia es un carrusel que no para nunca
Entre sonrisa se vistió de estrellas,
Subió tan alto que en su cuerpo
Los espacios se multiplican,
Cada uno es una puerta que está siempre abierta,
Cada puerta es un espejo que refleja (Alicias).
Oh oh oh oh oh
Alicias
Oh oh oh oh
Que refleja Alicias
Que refleja Alicias
(oh oh oh oh oh)
(oh oh oh oh oh oh oh oh oh oh
Ya no regresó a su cuarto Alicia
(ya no) ya no regresó
(oh ohoh ohoh oh)
Se quedo en el viaje Alicia
(ya no) no regresó
Pues bien, lo genial de los arquetipos es la posibilidad que dan a los creadores de jugar con la idea base y de ahí despegar en diferentes direcciones. Tal es el caso de la siguiente canción, que además cuenta con imágenes de diferentes largometrajes realizados a lo largo del siglo 20.
Alicia
Alicia llego a su cuarto, (apagó la luz),
Se fue por el espejo, se esfumó.
Alicia tiró la llave por la ventana
Alicia no está en su cuarto, (desapareció),
La vimos desde aquí se fue feliz,
Alicia viajó al país de las maravillas
A su vestido le cambio el color
Se fue agrandando,
Se convirtió en un paracaídas.
Bajó al país de las maravillas;
Alicia sola,
En un lugar de fantasías
Sola.. en un lugar de fantasías, (ah ah Alicia).
Alicia color de rosa, (se desvaneció):
El tiempo la envolvio y no existió.
Alicia es un carrusel que no para nunca
Entre sonrisa se vistió de estrellas,
Subió tan alto que en su cuerpo
Los espacios se multiplican,
Cada uno es una puerta que está siempre abierta,
Cada puerta es un espejo que refleja (Alicias).
Oh oh oh oh oh
Alicias
Oh oh oh oh
Que refleja Alicias
Que refleja Alicias
(oh oh oh oh oh)
(oh oh oh oh oh oh oh oh oh oh
Ya no regresó a su cuarto Alicia
(ya no) ya no regresó
(oh ohoh ohoh oh)
Se quedo en el viaje Alicia
(ya no) no regresó
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