La lucha libre, referente obligado dentro de la imaginería popular que define a México, junto con los mariachis, las calaveras y el tequila. ¿Quién no ha oído hablar de "El Santo"? ¿Y de las surrealistas películas de monstruos y luchadores?
La lucha libre representa uno de los aspectos mas kitsch de la idiosincrasia mexicana, un espectáculo de luz y color, de metáforas del bien contra el mal, de superheroes de carne y hueso que luchan semana tras semana en un cuadrilátero para representar la eterna tensión del equilibrio cósmico. Héroes que levantan pasiones, que se vuelven la encarnación de los sueños de muchos, el vehículo para hacer una sana catarsis que permita sobrellevar una vida de frustraciones por una semana mas.
Se trata de un espectáculo que se transmite por TV, pero que para ser disfrutado plenamente ha de presenciarse en vivo. Debo decir que alguna vez llegué a ver algun fragmento en casa de amistades, sin dejar en mí mayor impresión que la de un montón de gordos en mallas cada uno más ridículo que el anterior, donde un comentarista vociferante hacía graciejas fáciles y desangeladas, y donde el espectador descargaba su sed de sangre. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Este finde tuve el placer de acompañar a mi querido Ale a ver una función de lucha libre en la famosa Arena México, lugar con mas de 50 años de tradición. A la llegada no sabía bien qué esperar, pues tenía una idea preconcebida de sordidez y degradación, ya que se asocia la lucha libre con la gente de los estratos más bajos de la población, cosa nada equivocada, si he de atenerme a toda la información que viene en un libro que amablemente me dejó Ale.
Como sea, a la entrada me encontré con cientos de puestos informales donde se vendían todo tipo de souvenires y máscaras de las más diversas facturas. Lo mismo era posible ver máscaras que recordaban a héroes clásicos como el hombre araña o ultraman, que verdaderas parafernalias imitando dragones, calaveras, felinos y monstruos varios. A mi alrededor, cientos de familias compraban máscaras y capas para que los niños -y los no tan niños- pudiesen soñar con personificar a su héroe o villano favorito. También había pequeños rings de madera, con cuatro luchadores, para representar miles de batallas imaginarias donde los luchadores giran, vuelan, se golpean y hacen todo tipo de peripecias y acrobacias.
Una vez dentro del local, tras la entrada por un pasillito estrecho y avejentado, se llega a la decadente magnificencia del coso, con un cuadrilátero que ocupa el centro del lugar y dondde todas las miradas han de centrarse. Del ring sale una pasarela, que lleva a un podio con pantallas gigantes y escalinatas, del cual descienden los luchadores mientras tras ellos se proyecta su propaganda, al ritmo de una canción apropiada, que es la que identifica la entrada de determinado personaje, cual si de una opereta se tratase.
Ahora bien, la lucha libre es un asunto completamente ritualizado tras décadas de representaciones. Primero se presentan los técnicos _los buenos-, que acostumbran a usar colores claros, aunque no siempre, e imágenes no tan agresivas. Des pués entran los rudos -los malos-, con disfraces generalmente oscuros, máscaras monstruosas y nombres de ominosas referencias, al menos para el oído de la mass media. A menos que se diga lo contrario desde el principio, el combate se divide en tres tiempos conocidos como caídas, cosa bastante cómica si se piensa, ya que caídas hay todo el tiempo, además de puñetazos, patadas, golpes aparatosos, gritos y muecas exageradas hasta el paroxismo... En fin.
El ritual exige que una caída la ganen los rudos, la otra los técnicos, para mantener el equilibrio y hacer más interesante el desenlace, y así todo mundo queda a gusto. Lo realmente interesante viene en la tercera caída, que es donde se define todo. En las peleas de novatos es más facil observar que todo ha sido debidamente coreografiado, por lo que incluso se adivina que el resultado ha sido definido de antemano. Ahora bien, con forme el cartel avanza, las luchas se hacen más espectaculares, más violentas y acrobáticas, y la línea entre el rudo y el técnico se hace más borrosa. Ambos bandos son capaces de hacer verdaderas maniobras de belleza visual, y ambos bandos son capaces de saltarse por la torera todas las reglas, si acaso en distinta medida.
El público grita, se emociona, hace suya cada una de las victorias y derrotas de sus héroes. Los niños y adultos, ancianos, embarazadas, adolescentes, se vuelven uno. Las porras de uno y otro bando cobran protagonismo, y forman parte importante del juego, un juego donde uno suspende la incredulidad y se cree que todos los golpes son reales, que todo ese sufrimiento realmente ocurre y que los luchadores suben al altar de sacrificio por nosotros, los espectadores, para recrear una vez más la lucha del bien contra el mal y mantener el equilibrio cósmico, por lo menos hasta la siguiente semana. Y ya no se vierte sangre en las pirámides para satisfacer al dios sol, ya no se hacen guerras floridas, pero se siguen usando máscaras y disfraces, disfraces que son más que una prenda, representan al guerrero, que fusiona y adopta la personalidad que le ha sido asignada, al punto de salir a la calle con máscara, que es su verdadera identidad, pues el hombre de carne y hueso queda sólo para su círculo más íntimo, su familia.
Realmente resulta dificil describir lo que son las luchas, es un espectáculo que ha de ser vivido para poder apreciarlo, pues la televisión tan sólo lo enajena presentando una versión edulcorada, sobresazonada y sanforizada que resulta ser una burda imitación.
2 comentarios:
JAJAJAJAJAJJA !!
PUES SI RITA,TE HABIAS PERDIDO DE TODO UN ESPECTACULO.
LAS LUCHAS SON GENIALES,Y NO TE ENGA;ES,SIGUEN SIENDO PARA UN PUBLICO "POPULACHERO", SOLO QUE AHORA ESTA INVADIDA POR LA CLASE MEDIA QUE JUSTAMENTE GUSTA DE LO KITSCH.
ESTO ESTA LLEVANDO MUCHA MAS GENTE
NUEVA A LA ARENA ,CON LO QUE LAS LUCHAS ESTAN ENTRANDO EN UN NUEVO BOOM COMO EL DE PRINCIPIOS DE LOS 90'S.
DATO CURIOSO UNO ....
TE INVITE VARIAS VECES A LA LUCHA CUANDO ESTABAMOS EN LA PREPA Y NO QUERIAS IR PORQUE ERA PARA NACOS!!=P
DATO CURIOSO DOS...
AUNQUE LA ARENA SE LLENE DE CLASEMEDIEROS SIGUE SIENDO PARA NACOS,PERO COMO TODO LO CHIDO ES NACO Y TODO LO NACO ES CHIDO...PUES ERES CHIDA Y NO NACA.....CREO =P
Pues siento no recordarlo cielo, pero al menos donde yo estaba, fila 9, no se veia mucha raza. Había mucho gringo, mucha gente normalita... Supongo que en los pisos superiores la cuestión cambie.
Pero bueno, ya iré de nuevo con mis amigos. Y, si un día quieres, vamos. Pero eso si, en la zona cercana al ring o nada. Que tampoco quiero tanto acercamiento a los chidos. ;)
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