sábado, agosto 16, 2008

Asco de programación o No tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre

Como no me sé estar en paz, en esta temporada ando trabajando en cuestiones de TV, más específicamente, en el área de programación de TV en cable, y me ha tocado ver las cosas desde el otro lado del espejo. 

Que la programación es un asco, no cabe duda; todo mundo sabe que se transmiten porquerías infumables que dan pena ajena. La pregunta que no se responde es ¿porqué? ¿La gente que programa tiene tan mal gusto? ¿Se trata de un complot para estupidizar a las masas? ¿Se producen programas como chorizos y sin pensar en el espectador? ¿Están majaretas estos programadores? Pues un poco de todo, y un poco o un mucho de algo más.

Programar en TV no es nada sencillo, hay que ir con semanas o meses de antelación, preparar temporadas y ciclos que capten la atención de la audiencia y den ratings, porque los ratings son lo que interesa a los anun
ciantes que pagan el tiempo aire de los programas, no los televidentes que compran sus pantallas y pagan religiosamente su señal de cable. Ahora bien, ¿porqué se pasan programas vulgares, de mal gusto, con tan pobres argumentos e imaginación? ¿Porqué proliferan los programas de chismes barriobajeros y humor de quinta? ¿Porqué tanto reality que da vergüenza ajena y que nadie ve, pero que tiene unos ratings impresionantes? Pues muy sencillo, porque en realidad eso es lo que la gente quiere ver.

Si, yo se que nadie ve esos programas de tan pésimo gusto que se transmiten, los realitys los ven los descerebrados, el humor basto es para adolescentes y los culebrones y programas rosas para marujas frustradas. Pero da la casualidad que todos tenemos algo de adolescentes, marujas y demás. Todo mundo ve de vez en cuando TV, salvo honrosas excepciones, y se deja capturar por la imagen, por el morbo, por la gratificante experiencia de no pensar mientras la sucesión de personajes sufren, gozan y viven de una forma tan extrema que raramente nos podrá pasar.

Es increíble ver la cantidad de estupideces que se dicen y muestran en los programas que se transmiten diariamente en los diferentes canales de cable, si, pero aún más increíble es ver los ratings que generan, La gente adora ver ese tipo de cosas, porque la TV no se prende para pensar, sino para evadirse de la propia realidad y frustraciones. ¿Qué es lo que vende la caja idiota? La posibilidad de dejar de ser uno mismo por unas horas y experimentar experiencias ajenas. Y al día siguiente la oportunidad de ser parte del colectivo, de la comunidad que ve y disfruta esos programas, películas y series y entrar en comunión (porfía-orgía) mientras se desgranan alabanzas y críticas en torno a las imágenes vertidas en las retinas y los blandos cerebros.

¿Que deberían pasarse más programas culturales? Hay canales y esfuerzos, pero las audiencias son mínimas, pues pasa lo mismo que con el festival de Canes: los programas son muy raros, hay que pensar mientras los ves. Y, ya lo dijo Bradbury en su célebre F451, pensar es malo, pues hace a la gente infeliz. Así que seguirán generaciones de gente apoltronada en el sofá, viendo imágenes sin fin en las pantallas cada vez más parecidas a “la familia” de la esposa del prota de F451. ¿Quién iba a decir que Bradbury iba a ser tan gran visionario?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues Bradbury se podía haber equivocado, querida Errantus, pero lamentablemente no lo hizo, que fastidio...

El panorama en España, pej, es de puro espanto, como quizá pudiste ver cuando viniste.

Existen unas cuantas cadenas generalistas, de recepción gratuita y financiadas a base de emisiones masivas de publicidad, insertada cada poco tiempo, con la aviesa intención de que no puedas concentrarte en el programa o historia que estés siguiendo.

Pero es que de hacerlo, de concentrarte, verbo tabú en la moderna degustación mediática de contenidos, te quedas pasmado del tipo de público que los propios programas conforman.
Es un televidente que se conformará con la mediocridad de los presentadores, con que le supongan cotilla y superficial, así como con ganas de pertenecer a una opinión "mayoritaria".

Y luego nos quedan los canales de pago. Aquí hay muucha autopromoción, contenidos algo más escogidos, dirigidos a un burgués bienpensante y con "inquietudes" bien vistas, o bien a ecologistas amantes de postales y cachorritos y, sino, a degustadores compulsivos que se empachan con el ketchup y los cristales rotos del inmenso reservorio del cine yanqui de estantería.

Pero bueno, que los dioses catódicos te sean propicios. Un besín.

Pily dijo...

Asi es, para nuestra desgracia es precisamente esa basura lo que le gusta a la "mayoria" de las personas.

Lo unico rescatable son algunas que otras peliculas... :/

Mary Lovecraft dijo...

Bradbury es mucho Bradbury, querida Errantus, ya lo sabes...

un beso reina y gracias por ese cuentito dedicado ¡me ha hecho mucha ilusión y me ha encantado!

;)

pelado1961 dijo...

Por aquí (vivo en Uruguay) el panorama es el mismo que estás pintando.

La situación es pareja en todo el mundo, según me temo. No sólo tenía razón Bradbury: también Aldous Huxley y Orwell sabían lo que escribían, cuando imaginaron un mundo poblado de mediocres anestesiados.

Ál dijo...

He cumplido un año sin nada de TV y la verdad es que no la extraño pero para nada, la única ocasión que premeditadamente busque un televisor y me apoltroné por unas horas fue para ver la inaguración de los juegos olímpicos. La verdad es de esas cosas que se vuelven tan cotidianas que parecería dificil pensar en no tenerla, pero es fácil, muy fácil vivir sin la caja idiota.