El café. Parte central de mi vida, compañero en las buenas y las malas, siempre presente en los momentos de reflexión. ¿Qué puede haber más satisfactorio que dejar naufragar los pensamientos en una deliciosa y aromática taza de café?
lunes, abril 27, 2009
Aquí se respira el miedo, aún con tapabocas.
Las noticias internacionales tampoco son alentadoras, en USA se ha detectado el mismo problema y hay varias muertes confirmadas. En otros países del mundo también ha habido brotes y las especulaciones de gente poco informada hace que el miedo se acrecente. Por lo pronto, en este país no todos los estados están en alerta, ya que la epidemia se ha focalizado en la Ciudad de México y su área metropolitana, así como en algunas ciudades del norte del país.
¿Se ha implementado algún tipo de medida sanitaria? Pues si, varias. Hay diversas recomendaciones de higiene para evitar contagios, ya que el virus se transmite de persona a persona, que no por alimentos con carne de cerdo. Los tapabocas se han distribuído y comprado con prodigalidad aunque estos sean poco efectivos contra los virus, supongo que para tranquilizar a la población y evitar que se entre en pánico. De hecho, es de lo más curioso ver a gente con tapabocas en las azoteas de los edificios mientras hacen la colada. ¿Supondrán que alguien se aparecerá a sus espaldas, les tocará el hombro y cuando volteen les estornudará en plena cara? Argumento muy de The Twilight Zone y Relatos desde la Cripta.
Ante el clima tan apocalíptico que se respira, no puedo evitar recordar obras como El Decamerón, de Boccaccio; La máscara de la muerte roja, de Poe; Soy leyenda, de Richard Matheson; Resident Evil; Exterminio; 28 días; Epidemia; The Dawn of the Dead, etc. Y es que los seres humanos nos pintamos solos para imaginar visiones apocalípticas realmente angustiantes y desoladoras que en realidad hablan de una angustia existencial más primigenia. ¿El miedo a quedarse solo? ¿Al caos? ¿A la indefensión? A fin de cuentas, las situaciones de tensión siempre han sido un aliciente poderoso para las mentes creadoras, así que espero ver muchas obras surgidas a partir de esta situación de alarma que seguramente inspirará a algunos escritores.
Por lo pronto, la vida continúa su curso, más silenciosa y tranquila, pero aún así fluyendo, ya que ninguna epidemia puede paralizar la necesidad de la gente de ganarse la vida. ¿Y nosotros? Nosotros estamos tranquilos, con un bebé en casa la vida ya se había ralentizado y las visitas no han sido demasiadas.
viernes, abril 24, 2009
Entre autores y ratones de laboratorio
Mi querido Al envió una imagen muy agradable de la red del tren suburbano metropolitano, mejor conocido como Metro, donde los nombres de las estaciones han sido cambiados por nombres de autores literarios. ¿Se imaginan vivir en Lovecraft e ir a trabajar en Kafka? Hacer un transbordo en Beckett y luego en Cervantes, o bien Gilgamesh y después en Dante. Eso sí que suena maravilloso. Y mientras voy recorriendo las estaciones que les tocarían a mis amistades y familia, no dejo de soñar. La Bruja debe de vivir cerca de Gabriela Mistral o Tagore; Lilith entre Goethe y Miller; Ary por Flaubert; Al iría más allá de Houellebecq... Todo genial, hasta que llego a mi domicilio. ¿Me tocará un autor romántico? ¿Uno de CF? ¿Novela negra? Pues no, nada de eso. Antes vivía por Thomas De Quincey, pero ahora estoy cerca de E. B. White. ¿E. B. White? ¿Y quién es ese? Pues como no me gusta quedarme con la duda, voy presta a buscarlo en San Google y me encuentro que... El Sr. White fue el autor de ¡¡Stuart Little!! ¬ ¬* Habiendo tantos y tantos autores y me va tocando el autor del ratón de laboratorio ñoño. ¡No hay moral!
sábado, abril 04, 2009
10 razones para no leer
Recibido por correo.
Todos deberían saber que leer, como fumar, tiene sus riesgos:
1.- Quienes leen mucho acaban ciegos. Primero son esas gafitas de intelectual, luego las de culo de vaso y acabas como Galdós o Borges, contratando a una tierna manceba que te lea a los pies de la cama.
2.- Quienes leen mucho acaban trastornados. Como don Quijote, o Cela. Una alumna mía me decía que hay por ahí un tonto ambulante que se quedó así de tanto estudiar. Al parecer se tomaba todo tipo de psicotrópicos para mantenerse despierto mientras leía y leía.
3.- Leer agota tu economía. Los libros son caros y no se pueden bajar con el emule. Los que están en internet son clásicos y por tanto largos, así que si los lees en la pantalla todavía te quedas más ciego (ver punto 1).
4.- Leer complica la vida doméstica. Acumular libros se convierte en una obsesión que requiere espacio, metros de estanterías desordenadas, dolorosas cajas en el trastero, mesitas de noche polvorientas… Con la amenaza de cónyuges o hijos: Elige, los libros o nosotros. Y esa pregunta estúpida de las visitas no lectoras: ¿Te los has leído todos?
5.- Leer complica la vida amorosa. ¿Todavías estás leyendo? Pues me duermo…
6.- La lectura suele ser fuente de toda infelicidad. Quienes no leen no tienen más punto de vista que el que les ofrece su cadena de televisión habitual, su peluquero, su estanquera o su compañero de cañas. No necesita contrastar visiones distintas de un hecho, ni ponerse en lugar del otro. Asume que la realidad es plana. Y es feliz.
7.- Los libros generan frustración. La lectura te muestra vidas que nunca llegarás a vivir y lugares que nunca conocerás. Te permite imaginar a los personajes y lugares de las historias del modo que tú quieres. Luego vienen los de Hollywood y te plantan al guapo de turno en unos paisajes de Nueva Zelanda que te cagas, y ya está, tu gozo imaginado en un pozo, porque cómo les explicas tú a los espectadores de la sala que lo que tú habías imaginado era mejor.
8.- La lectura es algo lento y repetitivo. A ver, ¿qué ha cambiado en la lectura en los últimos dos o tres milenios? ¿Leemos más rápido? ¿Se lee a través, renglón sí, renglón no? Nada. Siempre igual, una línea detrás de otra. Y encima hay que esperar más de una hora (una semana, un mes) para que nos cuenten el encuentro amoroso de una pareja, el remordimiento por un crimen, la frustración por una vida anodina, la conquista de una libertad.
9.- Leer no sirve para obtener admiración. Por si alguien no se ha enterado, ser buen lector no cotiza en la bolsa de la vida social. Que alguien cite a buenos lectores que salgan en la tele: … (silencio prolongado). Antes, con lo de mayo del 68 y todo eso, aún se ligaba citando a Camus, a Brecht, a Quevedo. Pero ahora, como no cites a Jaime Peñafiel…
10.- La lectura no está al alcance de todos. Digan lo que digan, el placer de leer está reservado a unos pocos. Son esos pocos los que gozan casi pecaminosamente cuando descifran un clásico, cuando sienten las pasiones que se imaginaron hace siglos para que les lleguen a ellos casi en exclusiva, cuando se quedan varios días en estado de shock después de leer buenas novelas, cuando se estremecen leyendo un poema, cuando lloran o ríen entre líneas, cuando recomiendan furtivos lecturas que no se venden en Carrefour, cuando no pueden salir de casa sin un libro en el bolsillo, cuando miden sus vidas por los libros que leyeron en cada época… Son una élite, peligrosa y exquisita, que procura captar miembros para su secta, pero que también sabe que muy pocos serán los elegidos. ¿Lo eres tú?