Palabras de Le Corbusier, y que a los diseñadores nos graban a fuego en la memoria. Hoy he jugado durante horas tratando de descubrir el funcionamiento del html en base a plantillas preexistentes, tras lo cual he llegado a una conclusión: Le Corbusier era un santo con más paciencia que Job y una creatividad inmesurable, o tenía demasiado tiempo libre. Aunque lo más obvio es que él era arquitecto, en una época donde la internet no pintaba nada, así que jamás tuvo que enfrentar a los retrasos por parte de un servidor que de seguro ya pitaba con tantos cambios y recambios que hacía yo cada 2 minutos.
Como sea, qué delicia es la internet y las herramientas actuales que permiten el placer lúdico de crear y recrear ad infinitum; hermoso campo de juegos para la mente inquieta que se deja llevar a la deriva mientras hace cientos de combinaciones mediante la vieja y, en ocasiones, temible pregunta de ¿qué pasaría si...?
Disfrutaré ahora, que todo es maravillosamente nuevo y desconocido; ahora que el placer de descubrir sin finalidad concreta me permite regodearme en búsquedas sin sentido, sin presiones por hallar el punto exacto, ni frustraciones ante la propia incapacidad.
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