-¿Qué cuentas de nuevo?
-Nada.
Eterno diálogo que no da para más pues nunca hay nada digno, desde mi perspectiva, de contar. Prefiero ser espectador de las historias de otros, que las mías yo las conozco perfectamente y no se me da lo de contarlas a todo mundo. Mis historias y mis cotidianeidades... en ocasiones encuentro alguna banalidad digna de ser contada en un día a día que tiende a repetirse como loop programado; lo que importa es lo que transcurre por dentro, las ideas alambicándose en el fondo del cerebro; y esas cosas no se pueden mostrar a cualquiera, exhibirlas con impudicia no es correcto. Todo requiere un tiempo de maduración, un momento adecuado para salir a la luz. Un pensamiento sin madurar resulta una pobre y deslucida sombra de lo que podría ser; una pequeña idea inacabada, contrahecha, siendo exhibida como fenómeno de feria; a veces enfrentada en la arena contra verdaderos gladiadores, se encoge lastimosamente ante la talla de sus adversarios. Tiempo al tiempo, que hay un momento para sembrar y otro tiempo para la cosecha...
¿Alguien recuerda a la tortuga de La Historia Interminable? ¡Qué difícil debe ser tratar de entablar diálogo con alguien así! Esta una tan acostumbrada a llevar un diálogo interno -que no es lo mismo que oír vocecitas extrañas haciendo sugerencias desquiciantes-, que cuando se recibe una información externa empieza a reflexionarse hasta que llega el reclamo por la supuesta falta de interés en la idea expuesta. No, no es falta de interés, disculpen la grosería, es tan sólo que soy un poco autista y no tengo nada qué contar.
1 comentario:
y yo te llamaria mentirosa dado que siempretenemos que contar por insignificante que nos parezca. Claro esta, que a la otra persona le debe interesar algo que consideras insignificante.
Ya tienes con que pensar ;p
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