Ya casi es 1° de marzo, la fecha en que nos quedamos sin la página naranja. Poco más de un año de que me enterase del inminente cierre y comenzara la diáspora multicolor, pues hay páginas azules, verdes con negro, pseudoanaranjadas, negras, rojas y de todas las combinaciones posibles. Ya varios onanistas naranjas han tratado el tema a últimas fechas, hablando de todo lo que surgió gracias a la dispersión y cierre. No pienso hablar de ello... sino de lo que significó para mí cYbErDaRk.net, mi ubik particular.
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Por cuestiones propias de mi trabajo la dinámica era de meses o semanas de marchas forzadas seguidas de periodos de inactividad total, en una combinación la más de las veces aleatoria. Y por lo mismo había que estar presenta aunque no se hiciese otra cosa que cultivar la borra del ombligo. Durante los periodos de inactividad no era raro que una empezase a subirse por las paredes de la desesperación de tener que cumplir
horas-nalga sin fin. Así que internet se convirtió en una ventanita al mundo. Busqué de todo, juegos, relatos, información variada... y buscando aleatoriamente con San Google llegué a una página de cf, que pertenecía a un círculo de webs dedicadas al tema. Brincar de una a otra no costaba trabajo, y siempre salía algo interesante. Y así, un buen día me quedé dormida frente al monitor hasta que pasó un link blanco al que perseguí y acabé cayendo en un agujero naranja.. ah, no, así no iba la historia.
Como sea, que llegué a una modesta paginita naranja con portada gris donde algunos españoles platicaban de cf, fantasy y terror. Durante algún tiempo empecé a observar, aunque no participaba, hasta que por fin me decidí a opinar. Me tocó de número de ingreso el 222, y estoy segura que los contertulios éramos menos. Empecé a interactuar con Nacho, David, Javier, Ivan, Lola y muchos más. De alguna manera, el pequeño espacio naranja empezó a atraer gente. Frikis que gustaban de discutir sobre sus lecturas, sus filias y fobias. No me enteraba de la mitad de lo que decían que usaban modismos ajenos para mí, habitante del otro lado del charco.
Poco a poco se fue creando una estructura, hasta que fue necesario nombrar administradores y fui invitada a unirme al equipo. Las portadas eran espaciadas, los foros pocos, pero cada vez más concurridos, y una actividad febril se cocía. Así pues, mis horribles horas de inactividad y aburrimiento (no sepodían sacar libros en la oficina) se vieron transformadas y enriquecidas por un bombardeo de información que mantenía alejada la entropía. El tiempo pasaba, la página crecía, los problemas se hacían más gordos... y en el mundo real, en el trabajo, la gente iba sucumbiendo poco a poco al estrés de semejante trabajo. Compañeros llegaban y se iban, algunos en los mejores términos, algunos armando un alboroto impresionante cuando llegaban a su límite y los presionaban aún más. Y yo resistía a la entropía, porque tenía un gran satisfactor en una esfera aparte.
Pero como ya se sabe, nada es perfecto, y la entropía hizo presa de nuestra burbuja. Había
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demasiada gente, demasiado ruido, demasiado trabajo, demasiado estrés. Y eso que la plantilla había crecido horrores, trayendo como consecuencia la subdivisión de tareas y funciones... Vamos, que nos habíamos burocratizado. Aquello ya no era un hobby, cada vez nos asfixiábamos más, cada vez eran mayores las presiones y exigencias. Hasta que un día el jefe nos comunicó la noticia: se cerraba el chiringuito.
No hace falta describir el shock que representó, ni el estado de ánimo que me dejó, ya que todos pasamos por eso antes o después. Lo único que quedaba era ir preparando a los amigos y empezar a hacerse a la idea. Después, llegó febrero del 2005 y David hizo pública la noticia. Johnny ya no aterrizaba en un planeta frío, sino en el fin del mundo. Aquello era como ver una adaptación virtual de los argumentos de Crónicas marcianas, La guerra de los mundos, ¿Sueñan los andróides con ovejas eléctricas?, Soy leyenda y muchas más.
Eso fue el comienzo del peregrinar, la búsqueda de un nuevo sitio, y la creación de tantos blogs para hacer oir nuestras voces. Crearnos un sitio propio, ya que no había ninguno que satisfaciese al 100% nuestras necesidades. Pero, al menos para mí, algo se quebró en el camino. Nunca más poner todos los huevos en una canasta, pareció ser el lema. Lo bueno del asunto es la gente que conocí gracias a la página, lo malo es que se había convertido en un satisfactor emocional muy fuerte. Mea culpa.
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A casi un año del cierre, el ubik ha dejado de surtir efecto. La entropía ha ganado la batalla y el burnout hizo presa de mí, tras 6 años de labores en la misma empresa. En poco menos de un mes me marcho, empiezo otro éxodo que aún no tiene un horizonte definido. Seguiré escribiendo en los pequeños espacios que habito, tal vez no con la misma frecuencia, pero la compulsión de crear y de escribir
incluso mientras se es devorado, sigue ahí.