jueves, agosto 03, 2006

Cuando el infierno se congele

Para quien no conozca, la Ciudad de México se halla a más de 2,000 metros sobre el nivel del mar en la parte sur de América del Norte. Definida por alguna francesa que conozco como parte de un país tropical, esta ciudad se caracteriza por tener un clima templado cuyas temperaturas oscilan entre los -2 y los 37 grados centígrados, siendo ambas temperaturas realmente extremas. Eso si, llueve que no vea usted, por lo menos seis meses al año tenemos que mojarnos.

Por otro lado, como bien sabrá cualquiera que viva en una gran ciudad, y esta ciudad es una megalópolis en la que diariamente convivimos unos veinte millones de personas, la vida diaria puede llegar a hacerse un "poco" complicada. La contaminación visual, auditiva y respiratoria; la basura; distancias inmensas que recorrer para trasladarse de un punto a otro, especialmente con el tráfico de las horas pico, las manifestaciones que diariamente nos aquejan, y con lo de las elecciones el bloqueo de la principal arteria que divide la ciudad en norte y sur... Vamos, que hay días que este sitio es un infierno.

¿A qué vienen todos estos antecedentes? preguntará el lector ocasional, si es que ha llegado hasta esta parte del texto. Bueno, pues a la curiosa situación de que ha amanecido congelada una parte de la ciudad en pleno verano. Según las noticias, gracias a la fuerte granizada que se produjo anoche se crearon acumulaciones de hielo de hasta medio metro que impidieron el desagüe de la lluvia, por lo que la ciudad colapsó en varios puntos. Los automóviles quedaron varados, varios hogares se inundaron, algunos techos cedieron por la acumulación de granizo y mucha gente quedó atrapada, en el mejor de los casos, en sus centros de trabajo o restaurantes.

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No, no son los canales de venecia.

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Así las cosas, me alegro de jamás haber pronunciado la famosa frase "Cuando el infierno se congele". Por cierto, ¿álguien recuerda quién es el autor del relato que lleva el mismo título y su bibliografía?, es francamente hilarante aun cuando la noticia que da pie a este post no lo sea.

Nota: imágenes tomadas de El Universal

5 comentarios:

vitalis dijo...

mmh, Si esta ciudad es el infierno... ¿Entonces porqué, mi querida Lilith, ya no estás en ella?¿Pretendes convertirla en un infierno aún peor?

Por cierto, no, no conozco al autor de la frase, pero encontré un par de sites interesantes en la red al respecto, jajaja

http://club.telepolis.com/lasam/veridicos/termoexamen.html

http://www.loresdelsith.net/tasca/grafico/c_anti01.htm

Ni creas que por un solo segundo te he dejado de extrañar...

Errantus dijo...

Jeje, me refiero a un relato corto, vitalis. Muy bueno. Se congela el infierno y empiezan a ocurrir las cosas que medio mundo dijo que sólo pasarían cuando el infierno se congelase, o lo que es lo mismo: nunca. Y todo por culpa de una caldera averiada.

Y es que no hay manera de encontrar el libro, tengo toda mi biblioteca en cajas bajo la escalera. Hasta que esté en mi nuevo hogar no podré poner las cosas en orden. En fin, todo es transitorio, especialmente cuando se es peregrino en esta vida.

Besos ;-***

Y te recuerdo que me debes un café.

Anónimo dijo...

Joder, como me he quedado.

Si eso es una granizada, espero que nunca os nieve, porque no la contais.

Que fuerte.

Un abrazo, cielo

Ál dijo...

yo tuve que desembarcar en el lago nápoles con el agua casi hasta las rodillas, fue 'requete divertido, vieras....

Pero bueno, así es de surrealista México.

¿Por cierto te sabes el chiste del infierno endotérmico o exotérmico?

Xosé Manuel Carreira dijo...

Qué fotos más interesantes. Desconocía la elevación de México D.F. Las ciudades grandes tienen sus ventajas (puedes hacer de todo a todas horas) pero yo me quedo con las ciudades más pequeñas. Londres (10 mill.) o Madrid (4 mill.) ya me resultan agobiantes.

Enhorabuena por tu blog, me parece muy interesante. También me encanta el café pero creo que me pasa como a ti: demasiada cafeína afecta a mi ansiedad.