Evolution, Irish Dance

Vengo llegando de ver un espectáculo de danza irlandesa en el sur de la ciudad, en el Teatro Pedregal. Lo fantástico de vivir en una megalópolis es la cantidad de ofertas culturales existentes, ya que la función fue para presentar y promocionar las coreografías de una escuela de danza sita en la zona de Quevedo: la Irish Dancing de México.

El espectáculo se compone de dos partes, la primera da nombre al show: Evolution, y usa la evolución musical de este último siglo con canciones pop para montar coreografías basadas en los pasos típicos del baile irlandés. Al iniciar, me sorprendieron mostrando un montaje de Cabaret con unos pasos algo extraños, no demasiado acodes con la obra, y la música no me cuadraba con lo que segun yo iba a ver. Lo siguiente fue un rockanrolito de Elvis, un remix de Vaselina (que parece imprescindible en todo showcito de escuela de baile...) y una selección un poco larga de la era disco, que incluía a Elton John, Queen, una típica de Studio 54, los Bee Gees y a Abba. Ya para entonces había captado por fin el rollo. Siguieron con Thriller de Jckson, una de Madonna y después el salto temporal impresionante hasta Safri Duo. Por lo visto de los 90's no había para el/la coreógrafo/a nada digno de mencionar. El vestuario era variado, bonito y muy colorista, si bien se notaba que los que hacían el playback no tenían en su mayoría estudios de teatro, pues no se metían en el personaje. Aún así, el recorrido musical fue bastante bueno.

Durante el segundo acto la cosa fue para mejor, ya que se trató exclusivamente de danza irlandesa. La música resultaba contagiosa y los bailables, interpretados con muchas ganas y diferentes niveles de pericia, eran encantadores. El ritmo se metía en la sangre. Los trajes mas "tradicionales" (y quienes los portaban) captaban las miradas, y uno no podía dejar de pensar en los espectáculos de Riverdance. Fueron más de diez piezas, interpretadas por los diferentes grupos de la escuela, que iban desde principiantes a verdaderos expertos, destacando las partes donde se eliminó la música y los participantes crearon el ritmo a base de zapateado, que dependiendo de la zona del escenario donde se efectuaba daban sonidos diferentes de pércusión. La bailarina principal se movía con una gracia propia de una bailarina clásica, evidenciando estudios de ballet que le permitían lucirse aún más en el solo que presentó.

El gran final nos mostró a una compañía de más de un centenar de personas en escena, perfectamente coordinados y con una energía tremenda, para un espectáculo que debió de durar más de dos horas, además que el público entusiasmado les hicimos repetir el último zapateado unas tres veces. IM-PRE-SIO-NAN-TE. No es de extrañar que sea una compañía tan extensa, ni que en futuras fechas siga creciendo, ya que dan ganas de meterse a aprender en la escuela para poder ejecutar ese tipo de danza.